El piloto asturiano terminó segundo en Silverstone después de dominar casi toda la carrera con una estrategia distinta. Sigue líder con trece puntos de ventaja sobre Webber y aleja más a Vettel y Hamilton
Ella cambió la historia. Lorena no quería correr en el kart de su padre. Tenía ocho años. Así que subieron al pequeño de tres. El nene iba bien y, sobre todo, sonreía feliz con aquel temprano desafío a la velocidad. Pasaron los años y la hermana, médico de familia de 35 años, fue siempre esa referencia a la que recurrir. La chica de casa que estudió una carrera. algo que Fernando Alonso también hubiera deseado hacer. Y si no lo hizo fue por el tiempo que le llevaba aquel veneno de las carreras... Algo que empezó como un juego de niños y vivió ayer otro capítulo en el podio de Silverstone.
Hacía años que Lorena no venía a las carreras. Casada con Edo Osteo, el fisioterapeuta de Alonso, y madre de una niña, ella fue la primera sonrisa que abrazó a Fernando nada más bajarse del segundo escalón del podio. Su anterior visita a los circuitos, en Turquía 2006, también se saldó con otro podio, así que nadie puede decirle que trae mal fario. El asturiano tenía sensaciones encontradas. Y pasó del enfado inicial en caliente por perder la carrera a sólo cinco vueltas del final, a la alegría de seguir en el podio y líder (ahora con trece puntos), de sacarle de nuevo ventaja a los dos pilotos más temibles, Vettel y Hamilton, y de poner otra piedra más, la 21, en su camino hacia el récord de 24 carreras seguidas en los puntos.
Esta vez a Ecclestone, preocupado porque el GP de Gran Bretaña se quedara eclipsado por la final de Wimbledon, se le ocurrió que los tres primeros en la meta, incluido un ayer eclipsado Vettel, se dirigieran a los aficionados. El entrevistador, también un ilustre, Sir Jackie Stewart.
Y Alonso habló de que era mejor acabar ahí que tocarse y tiró de caballerosidad: “El es el justo ganador, iba mucho más deprisa en el tramo final de la carrera que yo”. Ahí estuvo la clave. De haber alargado cuatro o cinco vueltas más la primera parada, la blanda no se le habría caído como lo hizo. Y tal vez el piloto español habría podido ganar. Un error táctico después de un acierto estratégico de salida.
En Silverstone la mejor elección era la de utilizar los neumáticos duros la mayor parte de la carrera. E incluso salir con ellos. Pero nadie tenía constancia práctica de que se pudiera hacer porque no se había rodado casi en seco. Y poner los blandos al final. Esta vez Ferrari le metió un gol a los Red Bull de salida y por eso Fernando hizo un colchón suficiente antes del último stint con todos menos con un veloz y solvente Webber. Y que habría sido suficiente de haber alargado más la primera parada, ahí se perdió la carrera.
En el camino vimos a un desaparecido Hamilton, luchando contra un McLaren sin ritmo y con el detalle al menos de hacer donuts delante de su publico al terminar la carrera. Y eso que fue octavo. También la vuelta rápida en carrera sin sentido de Kimi Raikkonen, quinto. O la solvente carrera de Massa, cuarto. Ferrari acarició el milagro de ganar a los dos Red Bull, pero al menos Alonso les jorobó el doblete Y le dejó a su director técnico, Pat Fry, una enseñanza: “Tenemos que seguir empujando, aún no somos los más rápidos. Nos queda mucho trabajo por hacer”. Y un objetivo: seguir el ritmo de podios en julio... El ritmo de los campeones.
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