Detrás de la enorme bronca entre Webber y Vettel en Sepang pueden estar mensajes contradictorios desde boxes. Una estrategia oculta y arriesgada para que ganara de nuevo su número uno
Se fijaron las posiciones por radio ("Box 21"), cierto, pero también se perjudicó a Webber alargando su parada. Y beneficiaron a Vettel al sacarle a pista con neumáticos medios nuevos, ocho décimas más veloces que los de su compañero. A Seb se le dio alas como un cazador y de ahí su lastimoso y contradictorio mensaje; “Le pido disculpas a Webber, esta victoria debería haber sido suya, no lo hice deliberadamente. Claro que quise adelantar, pero no quiero decir con eso que me saltara las órdenes del equipo... Fue un grave error por mi parte, aquí soy yo la oveja negra”.
Y, más allá de las caras serias en el podio y los insultos desde el coche entre los pilotos, ahí está el dedo corazón levantado de Webber y el fluido verbo de Seb cuando casi se tocan (“he pasado miedo, ha sido un estúpido”), veo un equipo jugando un doble juego que a punto estuvo de estallarles en las manos. Si de verdad no querían que su número uno intentara adelantar, ¿por qué le dieron las armas para hacerlo?, y otra más, ¿por qué frenan a Webber en su primera vuelta de salida de boxes? O podemos ir más allá, sobre porque no cierran el conflicto como sí lo hicieron después de que Mark, que finalmente cedió, le mandara al tricampeón del mundo al muro. La batalla sólo se terminó del todo cuando Vettel era líder.
Mi opinión sobre lo que pasó ayer es que en el muro púrpura se enfadaron por los riesgos innecesarios que tomó su líder al intentar pasar al coche. Y porque Webber se puso en modo Estambul 2010 y le complicó el adelantamiento todo lo que pudo. Entonces Sebastian terminó fuera.
Pero no les molestó, ni mucho menos, que Vettel, ganara ayer la carrera. La obsesión del equipo de Horner por parecer que no dan órdenes de equipo o que, como en este caso, son capaces de dárselas a favor de su segundo espada, dejó a sus pilotos enfrascados en una guerra civil. Y lo que se oyó por radio de Horner por radio es la purad verdad: “Habéis hecho una tontería”. En la antesala del podio Newey criticó al tricampeón por su movimiento, pero también le dijo que pidiera disculpas. Y Webber escenificó su enfado: “Box 2-1”. Y luego sobre el cajón, Mark dejó clara la traición, finalizando con un glorioso: “Lo siento por Fernando”.
Pero si analizamos a todos los actores, hay un tufillo raro. Un sobreactuado piloto australiano que dice que en las últimas quince vueltas se le pasaron muchas cosas por la cabeza, incluido su futuro; el tricampeón que en vez de presumir de que se merecía el triunfo intenta parecer un niño bueno y el equipo (Horner) que insiste en que Seb ha pedido disculpas y fue el único culpable. Eso sí, también recuerda que esto viene de antaño y que Webber ya atacó a su compañero en Brasil cuando le pidieron que no lo hiciera. Al final, el primer mensaje al gran público es que un supercampeón no pudo frenar su sed indomable de triunfo. El segundo, que Mark fue un hombre de equipo, pero también demasiado agresivo. Y el tercero que la escudería campeona del mundo apoyó a su segundo piloto para que ganara porque se lo merecía. Pero que como Seb es tan bueno...
Todo un teatro que esconde el objetivo cumplido, la victoria del que tocaba bajo el manto de una lucha en condiciones desiguales. Y hoy y mañana presumirán de que ayudaron a Mark, que tiene igualdad con el box de al lado. Mientras el 'afligido' tricampeón sonríe a carcajadas con otra nueva victoria para su palmarés.
En el fondo, lo que ha pasado en Malaisia se asemeja mucho a lo que sucedió en McLaren durante aquella recordada calificación del GP de Hungría de 2007. Pero con uno de los actores principales, Alonso, bastante más duro que Webber. Fernando ya sabía la mañana de aquel sábado que Hamilton no iba a aceptar ceder la vuelta extra. Hablamos de esa décima y media de ventaja que lograba el piloto que salía último a la crono.
Y es cierto que a Lewis le pidieron que obedeciera por radio, y que no lo hizo entre insultos. Pero le podrían haber frenado si de verdad hubieran querido, como en esta ocasión a Sebastian. La respuesta del piloto español hace cinco años fue una jugada preparada de antemano, retrasar en las paradas en boxes a su compañero hasta dejarle sin tiempo para dar más vueltas. Algo que no era penalizable, pero que la FIA sancionó “porque no creía” las explicaciones de Alonso. Y sin artículo del reglamento al que referirse. Tiempo después Mosley reconoció off the record que tomó la decisión de sancionar a Fernando para hacer estallar el avispero de McLaren. Fue pura política.
Igual que la tibia defensa que McLaren hizo aquella larga tarde del asturiano. Cumplieron el expediente enfadados porque fue el padre de Hamilton quien motivó la investigación, pero en el fondo lo que Ron deseaba era lo que sucedió, que a Lewis le dieran la pole y el díscolo Fernando saliera retrasado. Teatro del bueno, como Red Bull en Sepang. Hipocresía británica. Fórmula 1.
En Ferrari pecan de lo contrario, dejan muy claros sus movimientos. Pero es más honesto. En Australia dejaron fuera a Massa en la segunda parada con el objetivo de beneficiar a su líder, que además iba más deprisa y podía darles un mejor resultado en carrera.
Y en Hockenheim 2010 Fernando fue el más rápido de los dos todo el fin de semana. Pero él sí se bajo del coche como hacen los campeones. Sin pedir disculpas por ganar y recordando que él iba más rápido y que había merecido la victoria. A muchos les escoció, pero, aunque quede mal, esa es la verdad de los ganadores. Nada que ver con las caras de niños buenos y las disculpas de boquilla a sus compañeros que ayer exhibieron Vettel y Hamilton.