El 13 de mayo de 2006 hice una de las fotos que recuerdo con más cariño, la de la charla informal entre Carlos Sainz padre, su hijo de entonces once años de edad, y Fernando Alonso. El piloto de Toro Rosso no deja de recordarla: "Hace años conocí aquí a Alonso y desde entonces he soñado con emularle y correr en Fórmula 1. Será un fin de semana muy especial para mí"
Desde el momento que los vi juntos, supe que esa foto podría ser histórica. Habían pasado ya tres horas del final de la calificación cuando Fernando Alonso entró de vuelta en el motorhome de Renault.Trabajo con los ingenieros terminado. Aquella tarde venía de lograr la pole en casa. Era su primer momento de tranquilidad después de un día de emociones a flor de piel. El piloto asturiano pensaba, sin embargo, que la carrera iba a ser para Schumacher y su Ferrari porque el ritmo era mucho mejor. Se equivocó, al final fue él quien ganó de calle aquella carrera.
Carlos Sainz padre y su hijo le esperaban dentro del motorhome de Renault charlando con José Luis Alonso y Luis García-Abad. Hablaban de karting, del kart que debía elegir para ser competitivo. Carletes, entonces sí que se llamaba así, acababa de fichar por el equipo Genikart de Genís Marcó. El gerundense ya fue, durante los noventa, mentor en las locas carreras de pequeños monoplazas del propio Alonso. Tipos de ruedas, de chasis... eran charlas con olor a gasolina en las que yo era un afortunado espectador. Tenía el traje de amigo, pero conmigo la cámara de periodista.
La llegada de Alonso hizo que a Carlos Jr le cambiara la cara. Callado y muy observador, empezó a mirar absorto a Fernando mientras hablaba. El asturiano le tocaba la cabeza con cariño y le daba ánimos mientras él sólo sonreía. Y si Sainz padre le preguntaba al ovetense por cómo habían ido las cosas en la pista, su niño abría la boca y los ojos intentando aprender de todo lo que decía. No sólo era un ídolo, se trataba de un faro, su modelo a imitar en los circuitos. El ejemplo a seguir en la vida ya lo tenía en casa.
Les saqué tres fotos en mi vetusta Panasonic para no molestar. Y mandé dos a mi casa de entonces, el Diario AS. En una se le ve sonriendo a Carletes mientras Alonso aparece en escorzo. Esa es la que Sainz puso ayer en su twitter. La otra, la que aparece en estas líneas, es la que se publicó en el periódico y quise que tuviera un papel protagonista en la separata central de fotos de mi libro, 'Viaje al Centro de la Fórmula 1'. Sainz recuerda con mucho cariño aquel encuentro y esa imagen: "Hace diez años vine aquí a ver mi primer gran premio. Descubrí este mundillo y desde ese día que soñar con ser piloto de F-1. Este va a ser un fin de semana muy especial para mí". A su lado, en una rueda de prensa FIA muy española, escoltado también por ese otro talento que es Merhi, Alonso se deshace en elogios con su amigo madrileño. Una amistad que siempre quiso cultivar, y ha hecho bien, el legendario Carlos padre. Para Fernando, estamos ante un posible heredero: "Estoy muy orgulloso de ver aquí a Carlos. Su talento es incuestionable. A todos les ha sorprendido, pero a mí no. Él es el futuro".
Desde la puerta del Ministerio del Tiempo que comunica con Barcelona 2006, se puede ver a un joven periodista subír acalorado las escaleras hacia la sala de prensa de Montmeló. Habla por teléfono: "Raúl, tengo una foto y una historia exclusiva. Es muy bonita. Puede ser la imagen que marque el futuro del automovilismo español. Lo malo es que son las seis y media y aún no he escrito nada..." Valió la pena. La gente supo de esa amistad que nacía en las carreras. Y los Carlos y Fernando tienen ahora esa imagen entre sus recuerdos.